Pétain
ante la Guerra Civil Española.
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Como
es lógico, al estallar la guerra civil en España, el
mariscal Pétain, no podía ser indiferente a la
contienda que se iniciaba en el país vecino. Conocía
personalmente a muchos militares de los que se
sublevaron contra el caos reinante del Frente Popular,
como, por ejemplo, al general Sanjurjo con el que había
mantenido una abundante correspondencia y al que había
logrado fuera distinguido con la Legión de Honor; al
general Francisco Gómez-Jordana, jefe del Estado Mayor
y que al ser ascendido en 1928 a teniente general se le
nombró Alto Comisario de España en Marruecos, y por
supuesto al general Franco. Acerca de nuestra guerra
civil, algunos historiadores han destacado el hecho de
que en el mes de marzo de 1938, cuando Léon Blum se
instaló por segunda vez en el poder, se caracterizó,
en la política exterior, por una mayor firmeza frente
al fascismo, intentando -aunque
sin éxito- que las potencias occidentales pusieran freno al expansionismo de la
Alemania de Hitler. |
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Convocó al Consejo Permanente de la Defensa Nacional (CPDN) para
tratar sobre la posibilidad de intervenir directamente con
tropas en Cataluña. Pero el presidente de este Consejo, el
mariscal Pétain se opuso al envío de tres divisiones, en
contra de la opinión del general Maurice-Gustave Gamelin,
jefe de Estado Mayor de la Defensa Nacional, que estaba a favor. Parece ser que Pétain dijo la frase
siguiente: “Ese día
impedí verdaderamente la catástrofe que el Frente Popular
quería desencadenar para Francia”. A pesar de su
oposición y de que su opinión tuvo gran influencia en el
Consejo, la cosa fue más complicada, ya que según manifestó
Juan Negrín, se había entrevistado con Léon Blum, tratando
del asunto de una eventual intervención en España, incluso
antes de formar Blum su gobierno. El 15 de marzo de 1938 Blum
convocó al CPDN para tratar de la ayuda que se tendría que
prestar a Checoslovaquia en el caso de una agresión por parte
de Alemania, así como el asunto de una posible intervención
en España. Léon Blum lanzó el siguiente ultimátum a
Franco: “Si en 24
horas no ha renunciado al apoyo de las fuerzas extranjeras,
Francia, tomando su libertad de acción, se reserva la
facultad de realizar las medidas de intervención que estime
oportunas”. El general Gamelin se opuso tajantemente, ya
que para una operación de este género Francia necesitaría
unas fuerzas de cobertura de casi un millón de hombres. También
el general y jefe del Ejército del Aire, Vuillemin, se opuso
firmemente a la intervención en España, lanzando la
pesimista frase: “En
quince días nuestra aviación sería aniquilada”. El único
partidario de la intervención era el almirante François
Darlan, ya que para él la libertad de las comunicaciones marítimas
era esencial. En 1939 fue nombrado comandante de toda la flota
francesa, cuya preparación dirigió al acercarse el estallido
de la II Guerra Mundial, y en junio de 1940 fue ministro de
Marina, convirtiéndose en fiel seguidor de Pétain, quien
llegó a nombrarle su eventual sucesor. Pero en definitiva no
se tomó ninguna decisión evitando de esa forma un
enfrentamiento con Hitler o Mussolini.
El
mariscal Pétain divulgó lo acordado en la reunión del Alto
Comité, y cuarenta y ocho horas después de celebrada, se
inició en Francia una fuerte campaña de prensa en la que se
hablaba de una intervención directa en España, e incluso que
ya se había producido. El ministro del Interior Dormy recibió
telegramas del prefecto de los Pirineos orientales, dándole a
conocer que habían llegado cineastas para filmar el paso de
las tropas francesas por los Pirineos. Esta filtración fue
atribuida al comandante Georges Loustaunau-Lacau, que había
sido hombre de confianza del mariscal. En el mismísimo Estado
Mayor de Salamanca, el 16 de marzo se propagó la noticia de
que tres divisiones francesas iban a ser enviadas al frente de
Cataluña. Según una nota de los “Services de Renseignement” franceses, los representantes del “ABWEHR”
(servicio de espionaje del ejército alemán entre 1925 y
1944) aconsejaban a los nacionales que tuvieran en cuenta
estas amenazas, concentrando un par de divisiones en el
Bidasoa. Pero el Estado Mayor de Franco rechazó este consejo,
demostrando de esa forma que el SIPM (Servicio de Información
y Policía Militar) del teniente coronel de Estado Mayor José
Ungría Jiménez estaba mejor informado que el agregado
militar alemán en París, el general Kühlental. No en vano
el comandante Loustaunau-Lacau mantenía relaciones directas
con Ungría, del que había sido condiscípulo en la “École
Supérieur de Guerre”, en la 44ª promoción, la misma a
la que perteneció el general Charles De Gaulle. Lo que no está
muy claro es si Loustaunau-Lacau actuó por su cuenta o tuvo
el consentimiento interesado de Pétain.
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